En la villa del cerro no es una semana más, es una semana distinta, el barrio se paraliza, los vecinos comienzan con las chicanas, en los bares entre vasos de whisky y algún tinto, los más veteranos se recuerdan viejas hazañas, en la calle los más jóvenes albicelestes le recuerdan la mayor goleada clásica a los picapiedras, mientras la respuesta de estos es “nunca fuiste campeón”, calentando la previa como todo clásico.
Más allá de la rivalidad del fin de semana en el verde césped, ya sea el viejo Parque Nelson o el Monumental Luis Tróccoli, el clásico de la villa se vive como algo único, muchas familias almuerzan juntos, van a la feria juntos, pero llega la hora del partido y se dividen, pero solo por noventa minutos, esos noventa minutos que su equipo los llena de pasión, de euforia y de cargadas en las tribunas, pero sin olvidarse que luego de que pite el juez, todo retorna a la normalidad, se juntan en la salida y se chicanea sea cual sea el resultado y por sobre todo sin olvidarse que son familia.
Cerro vs Rampla, Rampla vs Cerro, el segundo clásico más antiguo de nuestro fútbol, donde los dos equipos no solo comparten el mismo barrio, sino que también comparten las misma cuadra para la ubicación de sus sedes sociales, donde muy pocos equipo del mundo pueden vivir una situación igual, se me viene a la mente Racing e Independiente que sus estadios están a una cuadra, o Gimnasia y Estudiantes, que a sus estadios lo separa el verde prado del bosque de La Plata.
Entre otra cosa estos dos equipos han compartido en lo largo de sus historias grandes futbolistas, y aunque parezca un poco loco, los grandes referentes de cada parcialidad han compartido bailongos en la sede de cada uno y los disfrutaban como si esas noche fueran las últimas.
Tan es así que vayas a cualquier bar de la villa del cerro, plaza o en la calle misma sea el día que sea puedas encontrar un hincha de Rampla y Cerro juntos, compartiendo un vaso de whisky ya sea importado o nacional, un mate amargo o dulce, o jugando un fútbol callejero como si fuera la final del mundo, ellos se separan tan solo por noventa minutos, y muchas veces son tres veces en el año donde luego todo retorna a la normalidad, donde la rivalidad queda de lado porque comparten toda estas lindas costumbres que tiene un barrio muy discriminado, pero lleno de riquezas, y no riquezas materiales.