Para Peñarol, el 2018 fue un año espectacular: después de más de dos décadas logró ganar un Bicampeonato en el fútbol uruguayo. Además, logró establecer una importante supremacía clásica.
El año que se va fue capicúa para los aurinegros. Comenzaron ganando un título en final ante Nacional y lo cerraron de la misma manera.
Todo comenzó la Supercopa, allá por enero, más precisamente el 26 de ese mes. Un torneo que duraba un solo partido y se jugaba por primera vez, tenía a los grandes frente a frente. No fue partido: al minuto ya ganaba Peñarol 1 a 0, y al descanso 3 a 0. El bolso logró descontar pero no alcanzó. Los goles de Fidel Martínez, Maximiliano Rodríguez y Cristian “Cebolla” Rodríguez le dieron el título al equipo que entonces dirigía Leonardo Ramos.
El primer semestre tenía como desafíos el Torneo Apertura y la fase de grupos de la Copa Libertadores. En el camino, fue perdiendo algunos pilares que le complicaron esa parte del año: primero Lucas Viatri, por un accidente doméstico en la Navidad de 2017, y luego Walter Gargano, quien se rompió los ligamentos jugando ante Cerro en el Luis Tróccoli.
El grupo copero no era de los más complicados: estaban Libertad, The Strongest y Atlético Tucumán. Los argentinos volvieron a ser verdugos al igual que el año anterior. Inexplicables derrotas en Asunción y Tucumán costaron caro. Peñarol terminó tercero y pasó a jugar la Sudamericana.
En el Apertura, fue un mano a mano con Nacional. El clásico terminó en empate, y el torneo lo terminó ganando el tricolor en una reñida definición en la última fecha, por un punto. La caída ante Torque fue clave.
Vino el Torneo Intermedio, en el que el equipo celeste dirigido por el argentino Pablo Marini volvió a amargarle la vida a Peñarol. Por segundo año consecutivo, los aurinegros quedaron afuera de la final de este novel torneo, que también fue ganado por su clásico rival.
A mitad de año y cuando toda la atención estaba centrada en el Mundial de Rusia, existieron movimientos importantes en el plantel. Se fue Leonardo Ramos y asumió Diego López como técnico. También se fueron piezas importantes como Ramón Arias en la zaga y Cristian Palacios en el ataque. Los jugadores que llegaron, a priori no generaban mucha expectativa: Carlos Matheu, Gonzalo Freitas, Ignacio Lores y Carlos Rodríguez.
El Clausura comenzó con un muy mal partido ante Racing, que terminó en empate y en el que Peñarol jugó un gran lapso con un hombre más. Para colmo, esa misma semana cayó en Brasil ante Atlético Paranaense por la primera fase de la Sudamericana, por 2 a 0, en un partido en el que también estuvo en superioridad numérica por muchos minutos, pero errores individuales le costaron carísimo.
Comenzó a recuperarse lentamente, ganándole a River Plate y Wanderers, hasta que llegó la revancha ante los brasileños en Montevideo. La goleada 1-4 disparó todo tipo de críticas. No se salvó nadie: ni la directiva, ni el entrenador recién llegado, ni los jugadores.
Peñarol tenía que ir a enfrentar a Liverpool en Belvedere. El clima era hostil contra Diego López. Más aún en una cancha como esa, con las tribunas tan cerca de la cancha y del banco de suplentes. Pero allí comenzó a erigirse una figura: la del “Toro” Gabriel Fernández, quien esa tarde anotó 3 goles para la victoria por 4 a 2.
De ahí en más, el equipo agarró confianza. Ganó partidos claves como ante Cerro (de atrás y en la hora) o ante Danubio (con 10 hombres durante 70 minutos y de visitante). También en la otra vereda comenzaron a aparecer los malos resultados, y un año que parecía ser tricolor se fue transformando en aurinegro.
El clásico del Clausura fue empate al igual que el del Apertura. Faltaban dos fechas, y Peñarol lideraba el torneo por cuatro puntos, pero estaba uno abajo en la Anual. Ganándole a Progreso se consagró campeón del torneo corto, en un polémico partido que se definió en los descuentos, con un gol de “Maxi” Rodríguez. Al día siguiente, Nacional empataba ante Atenas en Maldonado y le dejaba a su rival la punta en la tabla más importante.
La última fecha fue infartante. El tricolor le ganaba a Danubio y el mirasol perdía ante Defensor, jugaba con 10 y de visitante. Ese fue un momento clave. Lo empató Viatri, y el segundo en la hora lo hizo Ignacio Lores tras centro de Fabián Estoyanoff. La Tabla Anual cambió de manos en un instante, y los ánimos de cara a la final/semifinal del Uruguayo cambiaron rotundamente.
Lo último ya es historia más fresca, reciente y recordada por todos. Para Peñarol, remontada clásica (no ganaba de atrás ante su acérrimo rival hacía 12 años), vuelta olímpica y bicampeonato. Para Nacional, fracaso rotundo y enorme disconformidad con el arbitraje, sobre todo en el gol del empate mirasol en el que hay claro offside de Carlos Rodríguez.
La figura del “Cebolla” Rodríguez se agrandó una vez más. Pateó con clase el penal que a la postre fue el gol del campeonato, en el alargue. Levantó otra copa y le dio otra alegría a su gente. El 2018 se va con Peñarol campeón.