Trouville no logró el título de Liga Uruguaya, pero se va de esta temporada siendo ganador, con un proyecto consolidado, jóvenes crecidos y generando orgullo a propios y ajenos.
La historia comienza mucho antes, pero fue en mayo de 2019, cuando el rojo de Chucarro hacía oficial la llegada de Germán Fernández como nuevo entrenador, que esta Liga se ponía en marcha para Trouville.
Eligió su plantel de forma cuidadosa, con Tony Danridge como principal figura, fichas mayores jóvenes como Alex López, Gonzalo Iglesias y Fausto Pomoli para acompañar al capitán Marcos Marotta, trazando un objetivo claro desde su presidente Álvaro Rodríguez: apostar a los jóvenes de la cantera.
No faltó polémica, porque eso incluso implicó dejar fuera la posibilidad del retorno de Joaquín Izuibejeres, con todos los riesgos que ello implicaba.
Tras una temprana derrota con Capitol, el DT fue contundente en la autocrítica: “fue error mío, nos faltó rotación”. Al juego siguiente, comenzamos a ver al equipo largo que fue, con 10 jugadores con minutos reales en cada partido. La segunda unidad muchas veces dio enormes soluciones, desde lo defensivo especialmente: Mayora, Massa, Soto, Iglesias y Pomoli, con segundos cuartos de altísima intensidad.
Llegó a la definición del Apertura en Florida y lo ganó. Primera sorpresa para muchos, que confirmo algunos meses después cuando en Maldonado se quedó con el triunfo ante Malvín por la Copa Uruguay y logró clasificar a la Sudamericana. Por primera vez, Manuel Mayora fue titular y confirmaba que ese puesto no le quedaba grande.
Pasaron los meses de parate y para el retorno de la Liga, solo cambiaron los extranjeros. Tres argentinos a la cancha y una idea de juego que se mantenía para pasar a Hebraica Macabi y Urunday Universitario, llegando a las finales de la Liga Uruguaya. Federico Soto quedaba como único alero natural del plantel, se sumaba al quinteto inicial y crecía mucho en su rol dentro del equipo. A la defensa y el crecimiento en el tiro, comenzó a sumar generación con balón.
En la primera no estuvo, pero de allí en adelante hizo una serie tremenda. Germán Fernández se la volvió a jugar por Mayora, que jugó a nivel MVP. Hubo declaraciones polémicas, pero centrémonos en que hubo un equipo joven dispuesto a hacer todo lo necesario dentro del reglamento para desafiar la lógica.
Las lesiones de extranjeros, que fueron una complicación en varios pasajes, volvieron a aparecer. Mariani quedó fuera de los últimos dos juegos y Germán Fernández volvió a encontrar la solución en su banca: Santiago Massa. El salteño hizo un gran tercer juego defensivo y un cuarto juego redondo desde todo punto de vista. Otro más que dio el paso hacia delante cuando más pesaba.
Esos pibes de tantos torneos de formativas los domingos de tarde, los mismos que empezaron dando algunos minutos de descanso y se transformaron en una buena segunda unidad defensiva, terminaron la Liga Uruguaya siendo el perímetro titular de un equipo que vendió carísima su derrota. Con cédula de pibes, en la cancha fueron hombres.
Como dijo el Oveja Hernández al finalizar el Mundial con vicecampeonato: “no perdimos, ganamos la medalla de plata”. Trouville no perdió, ganó. Ganó muchísimo. Debe estar orgulloso, con Álvaro Rodríguez mirando desde donde le toque al proyecto ser pura realidad.
La historia seguirá, porque el rojo mantendrá el camino. Soto y Massa serán fichas, Mayora jugará su último año de Sub 23, Ducasse volverá a su casa y seguramente comencemos a ver en cancha nuevos productos de la cantera.
Con Germán Fernández a la cabeza, el trabajo de formativas liderado por Pablo Morales, el rol invisible pero fundamental de Edgardo Ottati y dirigentes que tienen su objetivo claro, Trouville es una institución que debe servir como modelo para muchos hoy en día.
No fue campeón, pero ganó muchísimo. Los pibes son hombres, han dado varios pasos hacia adelante y seguramente irán por más.