Foto: Bruno Tasende
Olivol Mundial escribió una de sus páginas más felices, sin dudas la mejor en cuatro décadas, cuando anoche logró el ascenso a la Liga Uruguaya 2021/22.
Un club humilde, de barrio, que con el esfuerzo de un puñado formó un equipo que sorprendió a muchos y logró hacer historia, devolviendo a Olivol Mundial a la primera división.
Más allá del buen equipo que se conformó este año, que alentaba a soñar, no es fácil explicar cómo logra algo tan grande un club humilde, de barrio, donde apenas un puñado de hinchas-dirigentes trabajan incansablemente.
“Todo a pulmón” canta Alejandro Lerner, y muchos de sus versos pueden identificarse con el mundialista.
Lo difícil que debe ser mantenerse en este viaje, cargando con todo lo que implica un club por un camino que siempre es en subida. Esfuerzo puro, muchas veces con poco premio, con más críticas que ayuda.
Y la realidad es tirana. Muchas veces se ríe a carcajadas, porque la lógica y el deporte a veces van por caminos opuestos, y solo la constancia, el mantener una idea y lograr identificación tienden a acercar un poco más a la lógica del resultado deportivo.
Para esos dirigentes, es todo a pulmón, y las noches como la de ayer son el premio a días, meses y años de trabajo, de resolver problemas, de intentar lograr poner a su club en una situación mejor.
Por eso, el ascenso es sin dudas mérito de jugadores y cuerpos técnicos, pero el reconocimiento para todos aquellos que en clubes como Olivol, trabajan incansablemente por su club.
“La plaza no se vende” se cantaba ayer en el CEFUBB. Millán se cortó a la altura de Sitio Grande, el festejo de un barrio atravesó la noche.
Sin dudas, no hay dos en el mundo entero. Pero ahora, además, no hay dos en la Liga Uruguaya entera, que escuchará el grito de ¡Oli-vol Mun-dial, Oli-vol Mun-dial!