Una historia de drama, tragedia, redención y desahogo, digna de ser redactada por el mejor guionista de Hollywood, la llamada ciudad de las estrellas. Los días pasan y parece haber una pausa en la historia, por lo que intentaremos contar lo sucedido hasta el momento, desde la vista de quien haya sido el encargado de montar semejante conjunto de sucesos que acaban formando una de las historias más increíbles de la época.
1 de julio de 2018. La historia comienza donde la nueva era llega, porque después de largos años reconstruyendo, con planteles conformados por jugadores indignos, jóvenes que no terminaban de explotar su potencial y entrenadores varios, finalmente, y tras algunos meses de incertidumbre, llegó LeBron James, quien parecía ser el elegido, el hombre perfecto para regresar la gloria a Los Angeles.
El jugador más completo de la historia se unía a un equipo joven, pero con muchas expectativas y aspiraciones. Todo parecía volver a ser color de rosas en el entorno del conjunto lagunero, pero lo cierto es que el primer intento no salió como se esperaba. La gran cantidad de lesiones, irregularidades y un entrenador que demostró no estar a la altura condicionaron lo que debió ser la temporada de regreso para los Lakers.
Magic Johnson renunciaba a su puesto en la gerencia, los haters comenzaban a caer sobre James y el núcleo joven parecía perdido, mientras que los más fanáticos seguían alentando con paciencia, esperando que por fin llegara el momento de volver a la grandeza, pero un año más sin clasificar a Playoffs es duro, realmente duro… Y más si teniendo en cuenta las expectativas generadas antes de iniciar la temporada regular.
Sin embargo, El Rey hizo una promesa, jurándole a toda la nación Laker que los devolvería al lugar que se merecen. Sabía lo que hacía, y la mochila que cargaría en el futuro próximo tras hacer esas declaraciones, pero no le importó demasiado, porque hay personas que simplemente están hechas de manera distinta a los demás, y LeBron es una de ellas.
15 de junio de 2019. Los meses pasan, pero la gente no olvida. Es difícil mantener la ansiedad controlada cuando querés algo que todavía no podes alcanzar, y exactamente eso le pasaba a todo fanático de los Lakers. Sin embargo, este día sería clave, porque LeBron es LeBron, es diferente y todos lo sabemos, pero al básquetbol es imposible ganar de a uno, y menos en la NBA. Con Rob Pelinka ya en su nuevo cargo de gerente, acordó el traspaso que enviaba a Lonzo Ball, Brandon Ingram, Josh Hart y una tonelada de picks hacia New Orleans Pelicans, a cambio del mismísimo Anthony Davis.
Par muchos fue un movimiento malo, excesivo, drástico… Pues la realidad es que se estaban deshaciendo de su núcleo joven casi entero solo por un jugador, ¿Qué locura, no?… pero ese jugador no era cualquiera elegido al azar, y eso lo demostraría más tarde, solamente con una pelota dentro de la cancha.
Los días transcurren, la pretemporada comienza con un arrollador triunfo angelino sobre Golden State Warriors, y posterior aviso para los demás equipos de lo que se vendría este año. Arranca la temporada regular, frente a frente con los pequeños vecinos de siempre, ilusionados más que nunca con su plantel, logran derrotar a los de purpura y oro en la primera jornada, y se convierten en los principales candidatos al anillo de la prensa.
Continúa el transcurso de la temporada, los Lakers del Coach Vogel se posicionan en el primer lugar de la salvaje Conferencia Oeste, y parece difícil que alguien los pueda alcanzar. Están en su mejor momento, con LeBron en modo MVP y Davis demostrando para qué lo llevaron.
Se termina el 2019 con los angelinos en la cima, nada podría salir mejor, todo parece seguir un rumbo correcto y el sueño de volver a la gloria está cada día un poco más cerca. Pasan los días y las semanas en pleno enero, la ciudad está de fiesta y vive la campaña como aquellas del 2009 y 2010, sin saber lo que el destino les tendría preparado en ese interminable mes.
Llega el domingo 26 de enero, que comenzó como cualquier otro día, con gente que se levanta tarde, algún almuerzo familiar y una jornada NBA a punto de comenzar con sus respectivos partidos, pero de un momento a otro todo cambió, y cuando el guionista enfatiza en el ‘todo’, es porque realmente en ese domingo la noche se hizo en un instante, y todo lo que por ese entonces brillaba, simplemente se oscureció.
La noticia llegó a todos y se expandió rápidamente por el mundo. Es de esas que nunca esperas recibir, pero cuando ocurre te deja sin palabras ni expresiones coherentes, mucho menos explicaciones, y es que no las hay, ni jamás las habrá. El héroe de toda una nación se había ido, en un instante, sin despedirse ni mediar palabra.
Ídolo, leyenda, histórico, motivador, inspirador, anormal, inhumano, bestia… Son muchas las palabras con las que nos podríamos referir a Kobe Bryant, y es que así fue, un verdadero héroe para sus seguidores, y motivo de inspiración para muchos otros que ni siquiera eran necesariamente fanáticos de los Lakers.
La noticia que nadie quería leer, y muchísimo menos creer, empezó a resonar en el mundo entero. Banderas, marchas, tributos, homenajes, y hasta algunos hechos inexplicables fueron presenciados… Pero nada comparable a lo vivido en la ciudad, en su ciudad, porque cuando te volvés un ícono y rebasas las barreras del fanatismo y el entendimiento, ocurren esas cosas. Los alrededores del Staples Center se colmaron de gente destruida, que solo buscaba encontrar un poco de consolación colectiva en el refugio oro y púrpura, con la presencia también de jugadores como Quinn Cook y Troy Daniels, que en ese momento solo se transformaron en un par de fanáticos más.
Partidos suspendidos, jugadores que no hablan… La organización acude a la ayuda de profesionales para cargar con el dolor y salir adelante. El equipo que dominaba y era sensación, ahora piensa en todo menos en el próximo partido.
Toca volver a la cancha. Homenaje con video incluido antes que la pelota vaya al aire. El estadio lleno, pero el silencio reina totalmente. LeBron toma el micrófono como líder y cabeza del grupo, tiene escrito en un papel lo que debe decir, pero se deshace de él y empieza a hablar con el corazón, pues sigue siendo el encargado de devolverle la gloria a la ciudad. Intenta calmar lo más posible a todos, dejar en claro que están juntos en eso y que hará lo imposible por continuar con el legado de la Mamba.
Todos sabemos como funciona esto y, bien o mal, el show siempre debe continuar. Dura pero esperable derrota de los Lakers ante Portland Trail Blazers en el regreso a las canchas. Ahora toca pasar la página y seguir adelante en busca del objetivo.
Pasa el tiempo y de a poco parece que el equipo vuelve a acomodarse ante todas las adversidades. La cima del Oeste vuelve a tenerlos como dueños en solitario y se reencuentran con su mejor versión. En cuestión de días logran vencer a Los Angeles Clippers, Boston Celtics y Milwaukee Bucks, tres rivales directos, y nada parece poder salir mal de nuevo, pero al guionista de esta obra le apasiona el suspenso, y obviamente todavía faltaba algo.
12 de marzo de 2020. Coronavirus en plena expansión, se lo detectan a Rudy Gobert e inmediatamente la temporada es suspendida por tiempo indeterminado. Como si fuera poco, comienza un nuevo movimiento racial en Estados Unidos, debido al asesinato de George Floyd. Gran cantidad de jugadores acuden a las marchas, la situación no para de empeorar, y la reanudación del torneo corre peligro.
Dudas y más dudas. Nadie sabe lo que pueda pasar. La NBA hace el esfuerzo de intentar volver, los gobernadores se juntan, le proponen una solución a los jugadores. Estos aceptan, por ahora parece que volvemos.
Todos rumbo a la Burbuja de Dinsey. Estarán aproximadamente tres meses alejados de todo, luchando por el anillo. La naranja vuelve al aire, la felicidad de volver a ver en acción a la mejor liga del mundo es tremenda y los equipos hacen lo posible por alcanzar el objetivo.
Acaba la primera fase, se vienen los Playoffs, la parte más linda de todas. Los Lakers ya lograron la clasificación hace semanas, y Anthony Davis atraviesa un momento bestial. Como dijimos antes, todo parece ir de lujo pero, como no podía ser de otra manera, el guionista tiene preparada otra sorpresa.
Nuevo conflicto racial en el país norteamericano, Milwaukee Bucks decide boicotear el primer juego de la postemporada, todos los jugadores acuden a una reunión urgente en la Burbuja y, una vez más, se pone en peligro la finalización de la temporada.
Con más incertidumbre que certeza, finalmente los jugadores deciden continuar. Ahora sí, comienzan los Playoffs. Primera ronda apasionante, sobre todo en el Oeste, donde los Lakers superan 4-1 a Damian Lillard y sus Trail Blazers.
Llegan las semifinales de conferencia, los laguneros se encuentran del lado más complicado del cuadro, y enfrente tienen a Houston Rockets, que logran quedarse con el primer partido, pero rápidamente los de Vogel reaccionaron y lograron revertir la historia a tiempo. Una vez más, 4-1, James Harden se va a la casa y el boleto hacia Finales de Conferencia ya está en el bolsillo angelino.
Por fin, los Lakers regresar a unas Finales de Conferencia después de diez largos años. Enfrente está los Denver Nuggets, equipo sensación del momento, que viene de revertir dos serie complicadísimas y superar 4-3, primero a Utah Jazz, y luego a Los Angeles Clippers.
Game-Winner de Antony Davis para quedarse con el segundo juego y encaminar la serie a su favor. Denver parece no tener más capacidad de reacción y no logra hacerle frente a unos confiados Lakers, que se acaban llevando el título de conferencia en 5 partidos (4-1).
Las Finales están a la vuelta de la esquina, los grandes candidatos fueron eliminados y el retador será Miami Heat, equipo con mucha garra, corazón y juego colectivo. Parecen venirse una apasionantes Finales, pero los laguneros se mantienen como firmes candidatos, pese a que antes de comenzar la temporada eran pocos los que apostaban por ellos para hacerse con el anillo, que acabó convirtiéndose en el más difícil de la historia.
Todo va espectacular, los Lakers demuestran su nivel, dejan a la vista las claras diferencias, y se ponen 3-1 por delante en la serie, a solo un triunfo del 17° anillo de la franquicia.
Llega el sexto partido y es una fiesta total, parece ser al noche indicada para celebrar sin parar. Partido reñido hasta el final, probablemente el más parejo de toda la serie, pero lamentablemente el guionista tenía otros planes en mente. Segundos en el reloj, Miami al frente por mínima. LeBron toma la pelota, se lleva las marcas y encuentra solo a Danny Green en el eje, tal como Kobe encontró a Ron Artest en 2010, pero el ex Spurs falló. Morris tomó el rebote, pero no supo qué hacer, la pelota se perdió por la línea final y el triunfo se fue para la Florida. Ahora estamos 3-2, y ya no es lo mismo.
Sin embargo, la confianza se mantuvo intacta en el conjunto angelino, así como también en sus seguidores alrededor del mundo. Llegó el domingo 11 de octubre, esta vez los fans procedieron con más cautela que en el partido anterior, pero da la sensación de que ‘es hoy’.
Primera mitad finalizada y los Lakers están arriba por 30 puntos, jugando uno de los mejores partidos del año y aprovechando la notoria fatiga del Heat y sus figuras, que aún así hicieron todo lo posible por mantenerse de pie.
Transcurre el complemento, nadie puede cambiar el resultado. Todos los laguneros empiezan a palpitar el festejo de un nuevo anillo. Quedan 20 segundos para el final y todos se empiezan a saludar, el objetivo estaba a punto de ser cumplido.
Corren los últimos segundos en el marcador, se destapan las primeras botellas de Chamapgne mientras Dwight Howard mete un triple desde el logo que muchos seguramente ni siquiera notaron. LeBron y Davis de abrazan, saben que lo lograron. Vogel mira a sus ayudantes con ojos de satisfacción. Rondo mantiene la calma pero sabe que hizo historia, mientras Kuzma, Cacok, Kostas, Talen y Caldwell-Pope celebran su primer anillo cual niño en su cumpleaños.
Adam Silver ingresa al rectángulo, nombra a LeBron James como MVP de Las Finales y procede a entregar el trofeo. Lo toma JR Smith y se lo pasa a Rondo, que entre medio de todos sus compañeros lo alza al cielo, dejando esa satisfactoria imagen presente en la cabeza de toda la nación Laker. Cumplieron su promesa, devolvieron el Larry O’Brien al lugar del que nunca se tuvo que haber ido, y enorgullecieron a una comunidad entera.
13 de octubre de 2020. Pasan las horas y la gran mayoría todavía no cae, ni siquiera el propio LeBron, que acaba de publicar un tweet al respecto, viéndose sorprendido por realmente haberlo logrado.
Los nuevos héroes se bajan del avión que los trajo desde Disney. Ya está de nuevo en California con toda esa gente a la que le dieron una felicidad enorme hace tan solo algunas horas.
La casa está en orden, el Larry O’Brien va camino a El Segundo, donde permanecerá exhibido junto a los otros 16 títulos del franquicia angelina. LeBron fuma un habano con la tranquilidad de haber cumplido, Davis potencia su prime con anillos en los dedos y apronta el nuevo contrato que firmará en esta Agencia Libre, los demás jugadores y el staff técnico disfrutan de unas merecidas vacaciones, la hinchada de a poco empieza a caer en que esto es real y hacen reinar la algarabía en los alrededores del Staples Center, pero lo más importante de todo es que, desde donde sea que esté, Kobe mira orgulloso como su amado equipo y ciudad vuelven a ver la gloria frente a sus ojos, jugando de la manera que él lo hacía y manteniendo su legado más vivo que nunca.
Oficialmente, Lakers: Job’s finished.