Dicen que goles son amores, y vaya si este hombre sabe de ellos. La hinchada lo amó incondicionalmente, e incluso un mal pasaje como director técnico en una de las épocas más oscuras del club, no pudo bajarlo del pedestal que la historia mirasol le había asignado.
Su excelente capacidad de definición junto a su potencia física, le hicieron convertirse en el delantero por excelencia de la década del 70′, tanto a nivel local como internacional. El paso de los años lo colocó en el segundo lugar de la tabla de goleadores históricos de la Copa Libertadores, mientras en el Campeonato Uruguayo se transformó en el máximo anotador de todos los tiempos.
A los 17 años debutó en River tras haber pasado por Racing en divisiones juveniles, y demoró 4 años más para comenzar su vínculo con Peñarol, que duraría hasta la actualidad, donde se desempeña aún en el club, que acertadamente decidió seguir unido a Morena a pesar del paso del tiempo. 15 años duró la trayectoria deportiva del Potrillo, que culminó merecidamente en Peñarol, llevando sus goles a las canchas del fútbol doméstico, así como también en Argentina y en España.
La selección también lo disfrutó en su mejor época, aunque muchos dicen que allí nunca pudo ofrecer la misma versión que cuando se calzaba la amarilla y negra. Fueron 54 partidos para Morena vistiendo de celeste en los que le alcanzó para convertir 22 goles. Vio acción en el Mundial de 1974 en los tres juegos y en dos Copas América (ganando la de 1983). En toda su carrera tuvo un promedio de 0.85 goles por juego, y en sus registros figuran 334 tantos oficiales, marcados entre ligas, copas nacionales, internacionales y la selección.
6 veces consecutivas fue el máximo artillero del Campeonato Uruguayo con la casaca del aurinegro, y dos veces de la Copa Libertadores, en 1974 y 1975. El año 1979 lo tuvo a Morena vinculándose a Rayo Vallecano, donde le alcanzó para hacer 20 goles pero terminar descendiendo. Valencia lo rescataría nuevamente a la máxima categoría española, anotando 24 dianas más y ganando la Supercopa de Europa.
En 1981 se generó un movimiento entre todos los hinchas de Peñarol para poder repatriar a su ídolo. Se juntaron fondos entre todos los parciales mirasoles y se pudo colaborar en la compra de la ficha. Sólo un año más tarde volvería a ser el goleador local y sudamericano, y se adjudicó la Libertadores con un gol suyo a los 89 minutos frente a Cobreloa en Chile. De yapa, también trajo a Montevideo la Copa Intercontinental.
Tuvo un fugaz pasaje por Boca que no fue muy fructífero para retornar a Peñarol y retirarse en 1984. En 1986, volvió para jugar la Copa y eso sería lo último del Nando en las canchas. Su carrera como entrenador lo tuvo en River, Murcia, Huracán Buceo, Rampla y Colo-Colo, a la vez que fue asistente de Héctor Núñez en Uruguay. Tuvo la chance en 2005 dirigiendo al carbonero, pero sería cesado por los malos resultados.
Dejó de saldo siete títulos de campeón uruguayo, siendo el máximo goleador de la historia del certamen. Es el jugador que más tantos hizo en un solo juego, cuando le convirtió siete a Huracán Buceo. Además de ser el único jugador en liderar la Libertadores en goles durante tres ediciones diferentes (1974, 1975 y 1982).
Goles son amores, y Morena se lo tiene bien ganado para la eternidad.