Foto: Paulo Petkoff
El Metro tuvo menos fichas con el objetivo de dar mayor participación a los Sub 23 oriundos de los clubes, algo que, como era absolutamente previsible, no pasó.
El principal argumento para bajar la cantidad de fichas que podía contratar cada club de Metro, algo que dejó sin chance de jugar a muchísimos jugadores y también a otros tantos jóvenes de Liga que habitualmente usaban el torneo de ascenso como una plataforma de crecimiento, era poder dar participación a los jóvenes oriundos de los propios equipos.
Más allá de opiniones y pensamientos previos, llegando al final del torneo, nos dedicamos a analizar los números puros y duros (durísimos, mas bien).
Si bien cada equipo jugó una cantidad distinta de minutos, la misma oscila entre 2400 (12 partidos) y 3400 (17 partidos). Por esta diferencia, el porcentaje es la medida más “justa” para comparar entre equipos.
Más allá de eso, queda claro que no pasa de 10 la cantidad de jugadores que tuvieron una participación real en el torneo.
El resto de los Sub 23 no tuvieron participación, más allá de tener menos “competencia” en su plantel. Lo que sucedió fue que los entrenadores utilizaron planteles más cortos, rotaron menos que en el campeonato anterior.
De cualquier forma el objetivo de este informe no es analizar caso a caso, sino ver la globalidad. Aunque habría mucho para decir o detallar si miráramos detenidamente cada institución.
Vale decir que se tuvieron en cuenta como jugadores calificados aquellos que el reglamento habilita como tales, varios de los cuáles no son realmente oriundos, ejemplos como los de Arregui (Stockolmo) y Castro (Verdirrojo), sin los cuáles los números serían aún peores.
En el detalle puede verse la cantidad de partidos en que ingresaron, y la cantidad de minutos total que jugaron a lo largo de todo el torneo. Sí… en 3 clubes ni siquiera UN jugador llegó a 5 minutos en el torneo.
Esto deja bastante en claro algo que también se argumentó en contra de este cambio… hay clubes de Metro que no tienen un trabajo en formativas que les permita incluir a sus Sub 23 en la rotación, o al menos aún no. Si se quiere cambiar en este sentido, debe planificarse a mediano plazo.
Ya hemos hablado del tema, por lo que no vamos a extendernos. Sayago se planteó como objetivo que sus jóvenes crezcan, y sin importarle lo que dijera el reglamento (en los hechos usó 2 fichas casi todo el campeonato), planificó para que ellos tuvieran, no sólo minutos, sino también protagonismo.
Una prueba más que la planificación y las decisiones institucionales son lo que marca un rumbo, y no intentar “obligar” por reglamento a que algo poco viable pase.
No vale la pena enfocarse en lo que pasó, pero sí usar la experiencia para analizar y cambiar. Bajar la cantidad de fichas no logró, ni cerca, dar mayor lugar a los Sub 23 de los clubes. Y ahora no es opinión, son datos a la vista.
¿Qué puede hacerse a futuro? Seguramente deberían hacerse dos cosas en paralelo.
Pensando en los clubes de Metro, quizá algunos elijan comenzar a invertir más en formativas. No es sencillo y muchos dirigentes dirán que no es redituable, y posiblemente tengan razón desde lo económico.
Por otro lado, pensando en el básquetbol uruguayo, ver El Metro como una divisional a dónde jugadores jóvenes “bajan” a hacer experiencia para luego buscar su lugar en Liga no está mal.
Y por otro lado, también, permitir que muchos chicos que hicieron sus formativas en equipos de LUB pero no tienen el nivel para jugar en la misma puedan buscarse su lugar en un “segundo escalón”. Porque los reglamentos actuales prácticamente los mandan fuera del sistema.
Sería clave que, en poco tiempo y con las cartas a la vista, la FUBB, jugadores, entrenadores y dirigentes puedan analizar y tomar decisiones pensando en mejorar nuestro deporte.