En el partido por el tercer y cuarto puesto, entre Argentina y Chile, sólo hubo 36 minutos de fútbol. Los que permitió el mal arbitraje del paraguayo Mario Díaz de Vivar y su cuestionable utilización del VAR.
Si para muchos el subcampeón es el primero de los perdedores, es entendible la poca importancia que por lo general se le da al partido por el tercer y cuarto puesto. Pero hoy fue distinto. En 20 minutos se desterraron todos esos estigmas sobre el duelo por la medalla de bronce. Argentina ganaba 2 a 0. Una avivada de Lionel Messi y un buen pase de Giovani Lo Celso dejaron mano a mano a Sergio Agüero y a Paulo Dybala respectivamente. Chile, mientras tanto, trató de frenar la velocidad que tenían los dirigidos por Lionel Scaloni del medio para adelante con faltas, lo que generó un clima caliente de entrada entre dos equipos con un fuerte historial reciente.
Pero a los 36 en una jugada vista millones de veces (aún más en en Sudamérica), cuando la célebre “calentura de la cancha” se traduce en pecheos y gestos, el referí Mario Díaz de Vivar decidió expulsar a Messi y Gary Medel. Desde allí, la única figura trascendente del encuentro fue el árbitro porque el nivel futbolístico no le pudo seguir el ritmo a la temperatura del partido que sólo fue en aumento.
El VAR, ese sistema que recibe las críticas que deberían apuntarse a los árbitros, no fue utilizado en las expulsiones de ambos referentes. Pero sí, y de buena manera, cuando Lo Celso enganchó a Charles Aránguiz en el área y Díaz de Vivar, a pocos metros, lo dejó pasar.
Arturo Vidal desde los doce pasos puso el descuento y Argentina se tiró atrás en el final dándole lugar a un final demasiado épico para el regular desarrollo que tuvo el choque entre 20 jugadores. Más jugosa y casi tan atractiva para analizar fue la zona mixta, donde argentinos y chilenos se hermanaron para criticar al referí, la gran figura del partido.