Lewis Hamilton se quedó con su séptimo campeonato del mundo en una carrera que tuvo de todo.
El británico, que se quejó de las condiciones incluso desde el día viernes, en una pista pasada por agua y en la cual largó desde la sexta ubicación, logró cuajar una gran estrategia.
Pero no todo comenzó color de rosas para Hamilton. O mejor dicho sí, ya que el binomio americano Stroll-Pérez largaba desde el 1-2 tras un sorprendente sábado para Racing Point.
Las cosas parecían aclararse para el campeonato de Hamilton cuando en la primera curva, su más inmediato perseguidor y el único que podía arrebatarle el título, el finés Valtteri Bottas, trompeó en la primera curva y fue a dar a la última posición. Lo mismo le ocurrió a Esteban Ocón de Renault, quien corrió con mejor suerte. En esa situación, a Hamilton le bastaba con sumar de a ocho para lograr el título, es decir que le bastaba con mantener el sexto puesto.
La pista fue un río revuelto ya que por momentos podría preverse que algún monoplaza colocaría neumáticos de piso seco, situación que no terminó sucediendo.
En esa situación de piso más seco, Lance Stroll comenzó a perder posiciones y los que empezaron a crecer fueron los hombres de Ferrari, ya que tanto Charles Leclerc como Sebastián Vettel ganaban posiciones. Mientras tanto, Hamilton sacaba una diferencia sobre Checo Pérez, aunque la administración del neumático fue lo que terminó llevando a los dos al podio, con gomas intermedias que parecían slicks al haber perdido su banda de rodamiento.
Cuando Hamilton cruzó la meta, todavía quedaba tinta por escribirse. Sergio Pérez parecía la segunda plaza ante Leclerc, pero el riesgo que corrió el monegasco en las últimas curvas le terminó costando el podio. El de Guadalajara se recuperó y Charles terminó perdiendo el último escalón del podio a manos de su compañero de equipo Sebastián Vettel.
Pese a lo cambiante del clima, Lewis Hamilton aguantó, ganó la carrera y se quedó con el campeonato en buena ley, ya que marcó la tendencia en toda la temporada.